El Viejo me decía que el campesino vive como pobre y muere como rico. Esto es así por la carencia de efectivos, que en el campo es constante, mientras se va acumulando bienes que difícilmente se vuelven dinero.
Siempre faltan los pesitos que quitan los nervios, 4 mil pesos para un bulto de estiércol, 81 mil para un bulto de 40 kg de concentrado para conejo, 8.500 para un kilo de alambre, 70 mil para un bulto de concentrado para pollo, en fin, capital de trabajo dicen los entendidos.
Cuándo entro a mis redes sociales me encuentro con una serie de mensajes que aplauden a los héroes del campo, fotos románticas que dicen que gracias al trabajo de los hombres del campo la Ciudad tiene comida durante la pandemia, y llegan cargados de esa música que no es dado escuchar en los medios de comunicación tradicionales.
Por bonitos que sean estos mensajes no ha cambiado para nada la realidad que vivo yo, los míos, mis vecinos y creo en general esos hombres del campo. Creo que quienes los escriben lo hacen con la mejor buena voluntad de ayudar, pero que desconocen el verdadero poder que tienen en sus manos.
Quizá uno de los mejores logros de nuestra actividad es el haber implementado una forma de trabajo que permite que cualquier parroquiano pueda desde su papel de consumidor financiar la producción, con una modesta cuota regular (hoy solo 100 mil pesos mensuales) a la vez que obtiene un producto de buena calidad teniendo el conocimiento de su origen y además participando de los rendimientos económicos de la actividad desarrollada.
Sacar producto semana tras semana, hacerlo llegar a los socios a si sea en los peores cierres de la pandemia, es la demostración fáctica de que nuestro modelo está llamado a jugar un papel importante en el desarrollo del campo colombiano.
estamos solucionando financiación y mercado, dos de los problemas más acuciantes de los productores agropecuarios, por eso sin desconocer la importancia de la publicidad en favor de los productores colombianos que lleva en el fondo los mensajes antes expuestos, creo es de suma importancia llamar a acciones más prácticas como son incorporarse a nuestro proceso a quienes de verdad deseen contribuir al desarrollo del país.
A la granja vienen constantemente visitas de socios, familiares y amigos, y cuando se les expone de manera apretada lo que es nuestra actividad cotidiana, algunos que vienen buscando “ideas de negocio” se apresuran a lanzarse sin siquiera dar los créditos, a imitar escorzos del modelo. Es muy, muy raro quien decide sumarse a los esfuerzos que por tanto tiempo desarrollamos, de lógica la más de las veces dichos “emprendimientos” están destinados al fracaso; por esto en esta ocasión así pequemos de prepotentes es necesario salir a pedir que se unan a nuestro entorno, que ingresen como socios, que necesitamos crecer aceleradamente en socios para poder hacer masa crítica y llegar a producir las economías de escala, para incorporar más productores y lograr los beneficios que tanto los hombres del campo como los consumidores deseamos.